A quienes poseen grilletes de oro atados a
sus miembros y la fogosidad no inquieta sus mentes.
¿Cómo se pueden soportar
placenteramente los yugos de las cadenas?
Siempre pensé que conocer
premeditadamente el resultado de un experimento o el desenlace de una historia,
es similar a resignarse a un devenir escaso de pasión, carente de fascinación,
ausente de sorpresa.
¿Dónde nos quedó la improvisación
y la dinámica?... el estímulo necesario para elaborar las hipótesis, planificar
acciones, construir aprendizajes y avanzar con nuestro mundo. Tratamos de
prevenir el libre acontecer de la naturaleza, detener la sequía y la
inundación; anticiparnos al futuro y evitar lo súbito, todo para salvar de la
destrucción un sistema que nos somete a vivirlo como no queremos; humanizar los
ecosistemas y ejercer poder sobre todo el entorno.
El paraíso prometido, las
democracias, el “pacto social” y el trabajo asalariado mantienen una codicia
permanente: por la vida eterna, por el “orden social” por el bienestar de la
familia, etc. ¿Dónde quedó el bienestar del humano como individuo que se
desarrolla acorde a su autonomía, que aprende de la muerte y la convierte en
parte de la vida? ¿Para qué continuamos soñando si el mundo ya está hecho y
estamos viviendo ahora en la posteridad?. La especie yace ahora inerte sobre su
propia ilusión de libertad y felicidad.
Febrero 11 de 2015, Bogotá.
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