domingo, 8 de octubre de 2017

Otoño psicodélico

Escúpelo con terquedad!


Si alguien ha podido capturar en sonidos las letras de Albert Camus en su obra La muerte feliz y la esencia de La Náusea escrita por Sartre hace casi 80 años han sido los 298 segundos de esta cancióKhruangbin - Little Joe & Mary, que parece más que un clímax musical nacido en un granero de la zona rural de Texas, el resumen de la sabiduría recogida de los viajeros siderales, de los que volvieron de la muerte atravesando atmósferas indescriptibles, de los chamanes de la ayahuasca y el peyote, urgando los sentimientos más melancólicos que el ser pudiera experimentar.  


De los 26° centígrados del final de septiembre no queda sino el recuerdo. Mientras los vivaces verdes y la claridad de las ideas se desvanecen entre la penumbra de las nubes, el estado de ánimo entra en una etapa de introspección, un eterno mal-viaje psicodélico, como en la más tétrica de las excursiones hacia dentro del alma. El otoño se reafirma acortando la fogosidad, junto con el resplandor, la lucidez y el entusiasmo. En la mañana y en la noche, la oscuridad recae cada vez más rápido sobre el mundo de los vivos, obliga la mente a rendirse ante el reino de los amargos sueños. Impera el tiempo para explorarse lo profundo en medio del aislamiento y la añoranza, un acercamiento obligatorio hacia el equilibrio espiritual, el que muchos desean alcanzar, pero pocos, debido a su insufrible trayecto, están dispuestos a enfrentar.

Vuelven los sonidos de guitarras ácidas y bajos melancólicos que penetran la piel, traspasan todos los órganos y se instalan en la mente resonando por horas, provocando una sensación no placentera pero adictiva, celestial pero escalofriante. Las hojas marchitas de los longevos robles y castaños continúan cayendo ininterrumpidamente; y el recorrido por los laberintos del pensamiento se hace más largo: repitiendo incesantemente días que se pierden en un misterioso abismo glacial que quema desde la piel hasta el semblante; por el temor de descubrir lo que hay dentro de sí, o lo que no hay aún, de hallar caminos entre el espejo y lo intangible, no comprensibles y por ende desesperantes. El frio no solo somete el cuerpo, ante todo quebranta la moral.

Octubre 8 de 2017

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