Escúpelo con
terquedad!
Si alguien ha
podido capturar en sonidos las letras de Albert Camus en su obra “La muerte
feliz” y la esencia de “La Náusea” escrita por Sartre hace casi 80 años han sido los 298
segundos de esta canción Khruangbin - Little Joe & Mary, que parece más que un clímax musical nacido
en un granero de la zona rural de Texas, el resumen de la sabiduría recogida de los
viajeros siderales, de los que volvieron de la muerte atravesando atmósferas
indescriptibles, de los chamanes de la ayahuasca y el peyote, urgando los
sentimientos más melancólicos que el ser pudiera experimentar.
De los 26° centígrados del
final de septiembre no queda sino el recuerdo. Mientras los vivaces verdes y la
claridad de las ideas se desvanecen entre la penumbra de las nubes, el estado
de ánimo entra en una etapa de introspección, un eterno mal-viaje
psicodélico, como en la más tétrica de las excursiones hacia dentro del alma. El otoño se reafirma
acortando la fogosidad, junto con el resplandor, la lucidez y el entusiasmo. En
la mañana y en la noche, la oscuridad recae cada vez más rápido sobre
el mundo de los vivos, obliga la mente a rendirse ante el reino de los amargos sueños. Impera el
tiempo para explorarse lo profundo en medio del aislamiento y la añoranza, un acercamiento
obligatorio hacia el equilibrio espiritual, el que muchos desean alcanzar, pero
pocos, debido a su insufrible trayecto, están dispuestos a enfrentar.
Vuelven los
sonidos de guitarras ácidas y bajos melancólicos que penetran
la piel, traspasan todos los órganos y se instalan en la mente resonando por horas, provocando una
sensación no placentera pero adictiva, celestial pero escalofriante. Las
hojas marchitas de los longevos robles y castaños continúan cayendo ininterrumpidamente; y el
recorrido por los laberintos del pensamiento se hace más largo: repitiendo
incesantemente días que se pierden en un misterioso abismo glacial que quema desde la
piel hasta el semblante; por el temor de descubrir lo que hay dentro de sí, o lo que
no hay aún, de hallar caminos entre el espejo y lo intangible, no comprensibles
y por ende desesperantes. El frio no solo somete el cuerpo, ante todo quebranta
la moral.
Octubre
8 de 2017
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