Después de una difícil partida
de la que ha sido mi casa por 26 años, de múltiples despedidas,
de adioses quebrantantes y ríos de lágrimas. Dejé sola e inconsolable a la mujer que más ha llorado mis
dolores, mi crueldad y mis rencores, para enfrentar una etapa de metamorfosis
en mi vida. Al llegar a Alemania los días calurosos de verano se sentían en la
alegría del ambiente, un entorno jovial y unas calles atestadas de
sonrisas y carnes a flor de piel. Pero el clima cambió repentinamente para
no volver en meses, el sol se desvaneció, las nubes
dominaron el firmamento, la luna no volvió a brillar, el sol
se hizo tímido, la lluvia empezó a caer sin cesar y el viento glacial acompañaba las
calles, ahora más solitarias y atemorizantes. Las noches se hicieron más largas y
el sol, que 15 días atrás iluminaba desde las 5:49, ahora dormía hasta las 6:30. El
otoño se acercaba. Nueve meses después, a pesar de que el
ciclo se encuentra en su mitad opuesta, las despedidas no se agotan.
Septiembre 2017 - Mayo 2018
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