sábado, 18 de febrero de 2023

Una conversación abierta

 

¿Para qué complicar una relación? ¡Debería ser bien simple!


Las relaciones monógamas son la forma más tradicional de relacionarse cuando se quiere establecer un compromiso estable y duradero. Sin embargo, debido a la variedad de personalidades, necesi
dades, deseos y expectativas de cada persona, este tipo de arreglo se queda corto para adaptarse a las complejidades y a las dinámicas por las que una relación puede atravesar. Los primeros signos de desgaste empiezan a hacerse evidentes después de la etapa de enamoramiento químico de los meses o años iniciales. Es aquí donde una relación puede tomar tres caminos, o iniciar una etapa de compromiso consciente y consensuado, o entrar en una dinámica de recurrente conflicto sin abordar sus orígenes desde la raíz o separarse. Factores como la falta de sorpresa o la carencia de esfuerzo por enamorarnos, esenciales para que mantengamos la emoción y el fuego, se agotan y se desvanecen. Pero esto no está mal, es una etapa necesaria en la evolución de la relación. Se puede aprovechar de infinitas maneras. 

Si se quiere disfrutar de una relación duradera y plena, se debe estar dispuesto a estudiarla, a investigarla y a dialogar sobre sus puntos débiles y sus puntos a mejorar. Se le debe invertir tiempo y dinero en su mantenimiento y hacer una buena lectura de las circunstancias en las que se transforma. Esa lectura es una construcción mutua (o colectiva, dependiendo de cuantas personas estén involucradas en la relación). En un mundo que por naturaleza es cambiante con personas, discursos, creencias y narrativas dinámicas, no hay nada más obtuso que creer que las condiciones iniciales de nuestra relación nunca cambiarán. Lo que se resiste al cambio o a la adaptación está llamado a desaparecer o a ser excluido. Por eso, se debe estar dispuesto al cambio, porque hay una premisa sobre la que se debe partir, y es “un estilo de relación diferente para cada pareja diferente”. Solo nosotros sabemos que nos encaja mejor. 

Las relaciones abiertas pueden implicar jerarquías o no, confidencialidad o no, sexualidad abierta o no, amor abierto o no, etc. Son elásticas, se piensan para que construyas tu vida amorosa y emocional a tu manera y no a la manera de tus padres, de tu iglesia o de los credos de otros. Son para que complementes lo que por diferentes circunstancias no tienes en tu relación, como salir a bailar, coquetear esporádicamente o ir a viajar, o repetir esa etapa del enamoramiento que extrañas tanto. Tal vez tu pareja no sabe bailar o no le gusta salir, o no quiere darte ese masaje que a ti te encantaría. No tienes que ser un infeliz reprimido, busca la forma de complementar esa carencia. Dialoga eso con tu pareja, nadie tiene que vivir insatisfecho porque así es la vida. Hablando se entiende la gente y hablando se encuentran puntos en común. No hay nada más frustrante que vivir en permanente conflicto con uno mismo, que querer hacer y no permitírselo, que tener que vivir la vida que no queremos. La diferencia entre elegir por sí mismo y dejar que otros elijan por nosotros es abismal y nos cuesta lo único que poseemos en esta vida, tiempo. Tomar una decisión sobre cómo queremos vivir nuestras relaciones o aguantarlas es comparable a la diferencia entre comprar un apartamento de 100 m2 diseñado por un arquitecto extraño en un complejo de 1000 apartamentos iguales o comprar el lote vacío y construir cuantos cuartos quieras, un baño amplio y una cocina abierta. Con el primero debes conformarte, las condiciones no permiten reformarlo. Con el segundo, tú eres dueño de tu espacio y lo remodelas a tu gusto cuantas veces quieras.

Pero yo quiero ser todo para mi pareja

En una relación es esencial que la otra persona se pueda desarrollar y sentir plenamente en compañía de su pareja. Amar debería permitir que la otra persona se sienta feliz y tenga la libertad de ser quien quiere ser, por encima de lo que otros quieran o esperen de ella. Cada persona tiene su versión del amor y por lo tanto sus propias necesidades y prioridades, muchas no existentes en nosotros, ya que estamos lejos de la perfección. Si una relación está construida sobre las bases del amor, podemos asumir que existe el deseo de que la otra persona sea lo más feliz posible, y esto quiere decir hacerlo sin condiciones. 

No eres el/la que mejor folla, ni el/la más inteligente, ni el/la más interesante del mundo. No podemos ser tan arrogantes de pensar que nosotros somos los seres humanos más completos y que vamos a satisfacer todas las necesidades intelectuales, afectivas, emocionales, sexuales, etc. de nuestra pareja. No somos el centro del universo de nadie, así lo queramos y así soñarlo posible sea hermoso. Pero no hay que dejar que nuestras fantasías nos nublen la realidad. El amor se trata de vivirlo plena y conscientemente, no de idealizarlo en la mente y sufrirlo en carne. Los humanos somos incompletos y tenemos diferentes necesidades a través de nuestra vida. En una etapa podremos estar muy apasionados con el desarrollo intelectual o profesional, mientras que en otra etapa podemos querer desarrollar nuestra sexualidad con mas vigor. Y esos tiempos pueden no encajar siempre con el de nuestra pareja. 

Por eso, la frustración de querer explotar o aprovechar una de esas dimensiones y no recibir retroalimentación, puede aparecer en cualquier momento y crear conflictos. En ese momento, hay que ser inteligentes, humildes y flexibles para poder impulsar a nuestra pareja para que se pueda sentir plenamente desarrollado/a. Entender que nuestra pareja puede desenvolverse más en un plano especifico con otra persona que con nosotros nos hace conscientes de nuestras propias limitaciones y nos centra en la honestidad. Este entendimiento puede transformar las carencias en una fuerza transformadora en la que cada uno puede crecer individualmente y por consiguiente alimentar la relación como proyecto conjunto. 

¿Y qué hago con estos celos? 

Los celos, tan satanizados en la sociedad. Es natural sentirlos, pero hay que aprender a racionalizarlos, dialogarlos y encontrarles una salida constructiva en vez de agresiva. Cuando limitamos la libertad de nuestra pareja, le estamos asignando la cualidad de objeto. Solo los objetos se pueden poseer, las personas nacen libres y pertenecen a sí mismas. La elección de con quien compartir el tiempo y el amor, debe yacer únicamente en el individuo. Tus celos reflejan inseguridades propias que están construidas sobre unas columnas culturales donde la exclusividad es la norma y otras personas representan una amenaza. Tus sentimientos, aunque condicionados por las situaciones que enmarcan la relación, no son el problema de tu pareja sino una forma tuya de proyectar el miedo a perder. Trabájalos en ti, no en tu pareja. Si quieres ser feliz, no pongas la carga en la otra persona. No crees expectativas, las expectativas defraudan.  

Si tienes celos por que tu pareja sale con una persona “más atractiva” que tú. Entonces reflexiona, ¿crees que tu pareja está contigo solo por tu belleza que te dejaría por una persona más apuesta? Si la respuesta es positiva, bueno, entonces la relación no está construida sobre bases sólidas de amor y acuerdo sino sobre trivialidades. El momento en que dejas de sentir celos cuando incluso tu pareja esta con otras personas es liberador. Se siente sublime. Eso es amar sin condiciones, sin esperar nada a cambio. 

Necesitas librarte de esos miedos y esas cargas individuales, con un trabajo personal, con reflexión, con auto conocimiento y consciencia. No necesitas estar solo para eso, tu pareja te puede ayudar. Sobre todo, háblalo, con tus amigos, con tu pareja, con quien te sientas bien y te permita expresarte desde la comprensión y no desde la censura o el miedo. Exteriorizar es el mejor ejercicio de validación y de empoderamiento. 

¿Y si mi pareja se enamora más de la otra persona?

El amor y su precursor la atracción, son inherentes al ser humano. El amor por una persona no es excluyente del amor por otra. 

No es como el dinero que solo lo puedes dar una vez a una persona y se acaba. El amor es renovable. Así como te enamoraste a tus 15 años, te puedes enamorar a tus 60. El amor se multiplica, entre más das, más recibes, cuanto más recibes más quieres dar, es un generador inacabable. Solo lo limita nuestro tiempo, nuestro espacio e incluso nuestros propios sesgos culturales. Cuando recibimos amor de otras personas, volvemos a casa con más amor para dar, amor que nos nutre, que nos recarga. Enamorarse es un riesgo, puede pasar en cualquier momento de la vida y en cualquier lugar, pero puede generar conflicto si se parte de la premisa de que existen jerarquías y prioridades en las diferentes relaciones, lo cual no debería ser un problema siempre y cuando todas las partes lo acuerden.

Si el objetivo es mantener el amor dentro de una sola relación y hacia una sola persona sin eliminar la posibilidad de disfrutar del amor de otras personas, hay que aprender a apreciar los sentimientos, observarlos y analizarlos con objetividad. La paciencia es una cualidad necesaria para lograr esto, porque nos invita a detenernos ante la emoción, dejarla decantar y abstraernos de ella sin tomar decisiones en medio de la sobredosis de hormonas. Los sentimientos suelen ser confusos, y trazar una línea entre ellos es siempre complejo. Pero intentar separar los diferentes estados del amor, entre su efimeridad y lo que es persistente, nos evitará elegir con decisiones apresuradas. 

Esta etapa de confusión hay que navegarla y reflexionarla para entender las implicaciones de empezar a construir algo nuevo con alguien diferente. Es necesario poner en la balanza lo que te demanda y lo que te contribuye enamorarte de nuevo y saber lo que puedes perder y lo que puedes ganar. Sobre todo, hay que conversarlo con tu pareja, entre los dos pueden encontrar una solución. Ese enamoramiento puede ser usado como una catapulta en la propia relación. La emoción que nuestra pareja importa desde afuera, puede usarse para nuestro propio beneficio. Si esa energía crea conflicto, bueno, se abraza y se dialoga para remodelar algunos aspectos. Lo importante es sentirse tranquilo y con la confianza de poder dialogar y construir el camino con nuestras parejas. Si como consecuencia de este proceso reflexivo, una de las parejas decide entregarse a vivir un nuevo amor, pues se debe asumir así, nadie le pertenece a nadie, cada persona transita la vida en esa búsqueda por la realización, nosotros solo somos puentes para lograr esa meta, medios que pueden también ser temporales. Finalmente, solo el empoderarnos de nuestras propias decisiones, entre esas, cómo y cuándo enamorarnos, podrá hacer que encontremos nuestro camino hacia una vida satisfactoria de libertad, autonomía y armonía. 

¿Qué pasa si mi pareja decide dejarme?

Tu pareja no te pertenece, nadie le pertenece a nadie. Esa es la persona que elegimos y que decidió elegirnos para compartir un camino por un tiempo, a veces la vida entera. A pesar que idealmente se concibe como un acuerdo de largo plazo o a veces hasta la muerte, las personas se dejan de gustar, se dejan de amar, se aburren y las relaciones se acaban. No importa si se juraron ante Dios, ante un juez o ante el universo. Todas las relaciones son susceptibles de llegar a un fin. Y si alguien te promete estar contigo toda la vida, pues que promesa más vacía. Nadie sabe que sentiremos mañana. Tu pareja puede decidir irse incluso si no estás en una relación abierta. De hecho, es más probable que en una relación monógama te deje por el deseo de experimentar con otra persona y no poder hacerlo libremente, que si tiene la libertad de hacerlo sin consecuencias. Qué bonito ver que a pesar de encontrar una infinidad de posibilidades allá afuera, tu compañero/a te va a elegir a ti después de todo. 

Una relación fuerte tiene que ser capaz de superar las amenazas de lo efímero de otra relación esporádica o de dialogar los términos de cada nueva relación. Porque si se está proyectando la construcción de un compromiso estable, cada persona debe ser consciente de sus propios límites fuera de la relación “principal”.

Y si al final de todo, tu pareja decide irse o romper esos acuerdos establecidos, el ejercicio del diálogo llevado durante la construcción de tu propio tipo de relación, deberá permitir encontrar salidas honestas y constructivas, aunque sean en caminos separados. Finalmente, si amas tanto a tu compañero/a, no te debería llenar de felicidad que el/ella encuentre a otra persona que lo/a hace sentir pleno/a? ¿Y si se va por esa razón? ¿Pues qué más da? Que se vaya feliz, ¿o quieres que se quede contigo porque tiene miedo de irse o de expresar sus verdaderos sentimientos? 

En este sentido, voy a parafrasear una reflexión que alguna vez escuché acerca del tema y que se ajusta al deseo de mantener la relación en el plano de la honestidad: 

“Yo quiero que estés conmigo porque quieres estar conmigo, no porque eres mi novia, no porque llevamos 10 años y te da pesar o miedo estar sola, o porque cumplo un rol en tu vida o porque tenemos que mantener el hogar y los hijos. Es más, sino quieres estar conmigo, sino te nace desde el amor, me haces un favor si te vas. Que triste que alguien esté conmigo por lealtad, lástima o por no herirme. En ese caso, prefiero que te vayas, así nos haces un bien a los dos. Quedarte conmigo cuando no quieres estar conmigo, no me sirve.”

¿Como inicio una relación hecha a mi medida?

Haz una evaluación profunda de tus necesidades, tus deseos, tus expectativas. Háblalos con claridad, honestidad, sin miedo. El miedo y la culpa son limitantes. El amor y la confianza empoderan e impulsan.

Una relación debe permitirte dialogar desde la confianza y la seguridad, cuantas veces quieras. Si no puedes conversar algo con libertad, o te sientes censurado, no vas a poder construir algo honesto. Llega a acuerdos de salud sexual, de distribución de tiempo, de diálogo, de toma de distancias, de vacaciones por separado, de reevaluación periódica, de lo que creas necesario. Romper la monogamia se debe hacer desde el deseo de construir y avanzar como pareja o trieja, por el bien, no para destruirla, se hace para crecer. Empieza con la pregunta: ¿qué haría si estuviera solo, sin pareja? ¿No debería tu relación permitirte continuar con el desarrollo de tus sueños, de tus pasiones, de tu única vida, del disfrute de lo único que tienes? Haz una lista. 

Como mensaje final, debemos entender que elegir tener una relación diferente a la monogamia implica un desafío a una forma de relacionarse que lleva enraizada en la forma de vivir del ser humano por más de 10.000 años. Una forma primitiva de “amar” que jamás se cuestionó sino que al contrario se consolidó. La monogamia hace parte de una de las cualidades más inherentes a la organización social, económica y religiosa establecidas desde antes de la pre-historia (ver entrada en el link). Transitarla implica retar una institución monolítica e ir en contra de muchas preconcepciones. La culpa y el miedo pueden hacer parte de esas barreras que hay que romper, pero que una vez dominadas, nos llevan a un nivel de autoconocimiento y empoderamiento que nunca antes hemos experimentado. 


Jena (Germany), February 2023

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