lunes, 2 de noviembre de 2020

El juego de la pelota: para la gloria

 La diversión tiene muchas facetas, razones y significados. Esta acción, que pasa desapercibida entre el existir de la mayoría de los animales se percibe fácilmente al menos en los mamíferos, no hace falta ver cachorros de gatos, perros u homo sapiens para darse cuenta de la importancia del juego: no solo en la infancia sino hasta la muerte. En antiguas civilizaciones como la Maya, existió uno de estos juegos que, a pesar de su vigencia e influencia actual, poseía un propósito totalmente diferente al de ahora, ¿o no tan diferente?

Campo del Juego de la pelota en las ruinas de la ciudad de Tikal (Guatemala)

El fútbol enloquece a medio mundo, pero poca importancia se le ha dado a su historia en términos sociológicos y antropológicos. Unos excelentes lugares para empezar a entender los orígenes de los juegos que involucran bolas/balones/pelotas se encuentran en las ruinas mayas de Copán (occidente de Honduras) y Tikal (noreste de Guatemala). Estas antiguas y poderosas ciudades, ocupadas desde hace 2400 años (Tikal) y entre el siglo V y el IX de la era común (Copán) cuyo esplendor es expresado en sus poderosos edificios administrativos, templos, pirámides y ciudadelas laberínticas de magnífica preservación arquitectónica y perfección geométrica, demuestran una única combinación entre juego y ritual, donde el fútbol, más allá de la diversión, tenía como propósito el reconocimiento de los habitantes de lo mundano, la conexión con lo sublime y lo sagrado. Pero ¿Ha cambiado el verdadero objetivo del fútbol? ¿Acaso los equipos no se enfrentan para alcanzar fama y reconocimiento? En este sentido, el fútbol no ha cambiado mucho desde hace 3400 años, cuando se solía jugar en imponentes estadios con gradas de piedras y campos observables desde todos los rincones de la ciudad. Al menos 1300 estadios han sido identificados en Mesoamérica, desde Nicaragua hasta el Norte de México.


Campo del juego de la pelota en las ruinas de Copán (Honduras)

Durante el juego, dos equipos de atletas seleccionados por la nobleza se enfrentaban en un campo abierto, alargado y ancho. Las reglas y los premios tuvieron suficiente tiempo de evolucionar en más de tres milenios de historia, por lo que cualquier intento de encasillar el juego de pelota mesoamericano entre una categoría, se vuelve especulación. La interpretación de las estelas mayas -columnas de roca talladas que cuentan la historia de los pueblos indígenas precolombinos- sugieren que los equipos ganadores eran sacrificados para lograr establecer una conexión entre su familia en la tierra y sus dioses, así sería más fácil obtener favores y beneficios divinos: riqueza, sabiduría, salud, buenas cosechas, poder, entre otros, eran las peticiones más comunes de los premiados con la muerte. Esta fue la versión que recibimos durante nuestro recorrido por los campos de Tikal. Hay otras versiones que aseguran que los perdedores eran quienes se ofrecerían en sacrificio. Lo que es cierto, es que todo pudo haber ocurrido en una práctica deportivo-ritual que se practicaba extensamente en todo un continente por más de 3000 años.

Representación del ritual del juego de la pelota en Copán durante las ceremonias mayas. 

Actualmente, el fútbol no deja de tener su parte de sangre y sacrificio, especialmente en la cultura latinoamericana, donde los rivales entre el público ofrecen la muerte de uno de sus contrincantes. El sentido de este ritual se perdió, ya nada queda de gloria en la inmolación y nadie recibe favores de los dioses cuando un equipo gana.

 

Utila, Honduras. 5 de mayo de 2016

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